Exploración, inspiración y reflexión
Como docente de lengua
extranjera (inglesa), me siento en la obligación –placentera por cierto- de
tener que actualizarme con cada nombre nuevo tecnológico que aparece por ahí y
sobre todo porque la mayoría de estos “llegan” en inglés.
Con algo de reticencia
y curso mediante, hace unos 3 años empecé a explorar el uso de los blogs en
educación. Cuando creí que ya había empezado a tomarles la mano, me topé con
otros nuevos recursos que ya superaban el interés de los alumnos hacia la
bitácora, especialmente Facebook o Twitter que inexorablemente me intimidaban
al momento de explorarlos como herramientas educativas por su alto poder de
ubicuidad.
Ciertos alumnos hasta
tuvieron el tupé de tildarme de “antigua” al insistir en mis clases con la
apertura de un blog destinado a complementar el curso presencial que
transitaríamos juntos. De todas formas – quizás será por esto de sentirme un
poco “autor” y no “blogger” según
Casciari- insisto desde el año 2009, en abrir un blog para cada curso que
comienzo a dictar.
El fin perseguido es
siempre más o menos el mismo aunque personalizado: brindar a la clase un
complemento tecnológico de alcance asincrónico, que traspase el aula, que
perdure más allá de la horas de clases presenciales pero que a su vez promueva
una conexión significativa entre los miembros del curso y para con el objeto de
estudio –el idioma inglés. Un contacto extra, una tarea más, una conexión
adicional que nos mantuviera “warm”, es decir, con los últimos temas vistos en
clase “frescos” o mejor dicho “tibios”.
Sin embargo, la
apertura de un blog para una clase no parece dar resultado si el docente es el único que visita y actualiza su
blog. Cosa que me sucedió con algunos de mis grupos, quizás las menos motivados
intrínsicamente. Varias veces me cuestioné las posibles razones de la poca
participación de los alumnos ya sea para aportar o comentar en el blog
pero justamente lo que me faltaba ver era que se estaba reproduciendo el
mismísimo teacher-center model
(modelo de enseñanza centrado en el docente) que yo misma creía haber aprendido
a superar y modificar a lo largo de años de estudio y de experiencia frente a
clases. En otras palabras, estaba haciendo algo muy centralizado pero desde un
soporte que parecía innovador.
La experiencia
transitada en el curso virtual Creá,
publicá, compartí me abrió
puertas a herramientas que
aún necesito explorar a consciencia pero que definitivamente sé me ayudarán a
enriquecer la búsqueda de
significación real que busco al armar un blog destinado a un grupo de alumnos.
Por cierto, el uso
combinado de Twitter y Blog es algo que no había siquiera imaginado. El aporte
del microblogeo (el uso correcto de listados y hashtags) y de las blogosferas –mediante
por ej. Netvibes- donde cada alumno puede ser protagonista de su propio
portfolio y el docente puede hacer un seguimiento acabado e individualizado, me
parece de lo más acertado, motivador e inspirador. ¡Hacia ese viaje voy!